miércoles, 30 de noviembre de 2011

La octava maravilla

Con el color y la alegría que los identificas, el Fútbol Infantil cerró ayer el 2011. Miles de personas se dieron cita en el Estadio “Delfor Del Valle” para acompañar y vivir de cerca la adrenalina que genera el deporte más inclusivo, popular y participativo del mundo. Ciento de jugadores se dieron el gusto de mostrarse ante una cancha repleta que nuevamente le dijo sí al Fútbol Infantil. El sol apretaba casi caprichosamente, pero el amor es más fuerte. Los chicos salieron a compartir la verde alfombra del viejo estadio. Cancha enorme dividida en cuatro, para qué todos tengan la posibilidad de pisar la “arena” en la cual en algunos años tendrán la posibilidad de demostrar todo lo aprendido. Los chicos fueron acercándose de a poco, con ellos los padres. Autos, bicis, largas caminatas, colectivos y hasta un carro tirado a caballo fueron las “galeras” que transportaron a las mega estrellas del fútbol local. Las tribunas se fueron dibujando con raros colores; banderas, sombrillas, paraguas y parasoles y hasta trapos en desuso fueron utilizados para tratar de parar los rayos “ultravioletas” que pegaban en la nuca mal. Los partidos se disputaban en cada rincón del estadio y la gente se movía acompañando a sus “chicos”. Hasta que al final la entrega de premios los aglutinó a todos en la mitad de la cancha y de frente a las cabinas para que los padres, abuelos, tíos, vecinos y amigos tuvieron la posibilidad de vivarlos toda vez que cada uno de ellos fueron recibiendo su recordatorio. La gente de la Liga trabajó minuciosamente para que cada jugador se lleve a su casa un hermoso trofeo, más los que se llevaron los tres primeros equipos de las categorías que juegan por puntos. La fiesta fue completa. Jugadores, público, sol, música, fútbol, alegrías, sonrisas, emociones. Todo lo que genera el Fútbol Infantil en una misma jornada, bajo el mismo cielo. Se que son muchos los padres que cada sábado se prenden en los comentarios que vertimos en este diario sobre el Fútbol Infantil, y para muchos de ellos, nuestras palabras pueden sonar reiterativas, pero sepan que es muy difícil escribir con letras las emociones que sólo se sienten en el corazón. Y esos sentimientos brotan a flor de piel cuando uno tiene la posibilidad de ver a un ser querido dentro de esas canchas, a los hijos de los amigos, a los hijos propios. Tan chiquitos, que uno los cree indefensos, pero con una agallas terribles para ponerle la cabeza a la pelota, o meter el pie entre un berenjenal de piernas que siguen detrás del balón. Uno siente con este deporte que los chicos tienen armas para defenderse y que en el fútbol no hay buenos o malos jugadores, que jugadores que cada uno con sus características salen a ganar el partido al igual que su padre o su madre salen a ganarle a la vida. Es cierto que el deporte muchas veces cruza la fina línea entre recreativo y competitivo, pero así es la vida, y mientras que ellos jueguen en pasar la líneas de un lado al otro, y si eso les implica diversión, bienvenido sea. El Fútbol Infantil dejó atrás, ayer, otro año de competencia, de enseñanza y juego. En lo personal sigo viviendo esta fiesta con las mismas emociones con la que viví la primera, hace ya muchos años atrás. Gracias por todo, hasta el año que viene. “ UN NIÑO QUE GANE EL DEPORTE,……… ES UN HOMBRE QUE PIERDE EL VICIO.”

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